Capítulo 11 de Al y Minny

 

Seguimos conversando por un rato. Yo lo miro pensativa y lo que me ha contado sobre su ex sigue resonando en mi cabeza. Al me ha dicho que ella es una acosadora, una loca obsesiva que lo persigue. No sé por qué la película obsesión fatal viene a mí, una mujer locamente obsesionada con sus ex que es capaz de hacer cualquier cosa.

La escena del pobre conejo estalla en mi miente y un escalofrió me recorre por completo el cuerpo y pienso… ¿sería Vanessa capaz de hacer algo así?

―¿Estás bien? ―La voz de Al me corta la película que se está pasando en mi cabeza. Vuelvo a mirarlo y me encuentro con sus ojos que observan con preocupación.― ¿En qué estás pensando?

―Conejos ―le suelto de pronto sin pensar en lo que digo.

―¿Conejos? ―me pregunta y me sonríe ladino

―No me hagas caso ―le contesto y sacudo la cabeza para sacar el mal pensamiento.

Terminamos la cena y decidimos marcharnos. Nos montamos en la moto y salimos rumbo a nuestro edificio. Me aferro con fuerza a él, tan fuerte que creo que le voy a romper un par de costillas. Al aumenta la velocidad y vamos serpenteando entre el tráfico. La verdad es que la idea de montar en motocicleta pintaba excitante, pero ya una vez sobre ella y a la velocidad en la que vamos, la excitación se ha tornado en miedo. Pero el que Al vaya conduciendo me tranquiliza un poco, es un bombero, no haría nada para arriesgar nuestras vidas… ¿o sí?

 

Cuando entramos en el estacionamiento suelto el suspiro de alivio que tenía atorado en la garganta. Al estaciona la moto y la apaga. Yo lo suelto y me quito el casco y se lo entrego, él hace lo mismo.

―¿Lo has hecho apropósito verdad? ―le digo un poco molesta.

―¿Hacer qué? ―me dice sonriendo, con esa risa pícara que me desarma por completo.

―Venir manejando esta moto sobre el límite de la velocidad permitido en esta ciudad.

Quiero bajar de la moto, pero no puedo, aun me siento un poco temblorosa por el paseíto a máxima velocidad que me he pegado. Nos quedamos callados por unos segundos, estamos en nuestro destino y es aquí donde tengo que decidir. Uno: sigo haciéndome la ofendida y me marcho a casa dejándolo solo como castigo, o dos: permito que él haga su mejor esfuerzo y que trate de convencerme por unas horas en su cama.

Creo que la segunda opción es la mejor. Para que me hago la dura si lo que quiero es tenerlo a él.

Aún sentados en la moto lo tomo por la cintura y lo abrazo fuertemente, poniendo mi mejilla sobre su espalda.

―¿Ya me has perdonado? ―pregunta y su voz profunda retumba en el oído que tengo contra su espalda.

―Aún lo estoy pensando. Además tienes que hacer tu mejor esfuerzo para convencerme, no es así de fácil como piensas.

Al suelta una carcajada y me contagia con su risa.

Estar ahí en con él es tan reconfortante. Abrazarme a esa ancha y musculada espalda hace que un calorcito comience a nacer en mi interior. Todos estos días pensando en él, deseándolo como loca y ahora lo tengo aquí, solo para mí. Hoy no se me escapa.

Por mi mente comienzan a pasar imágenes de Al desnudo y el calor que sentía se acrecienta y amenaza con iniciar un incendio en mi interior. Pero qué suerte la mía que cuento con un bombero a mi lado para apagarlo.

Quiero besarlo, un buen beso de los suyos es lo que necesito. Me despego de él y sin pensar en lo que hago levanto una de mis piernas y comienzo a pasarla por sobre sus piernas, me levanto un poco y voy cambiando de posición para quedar sentada a horcajadas sobre Al. Guauuuu, ni yo me lo creo, no sabía que dentro de mí vivía una contorsionista del circo chino.

Él deja los cascos colgando de las manillas de la moto y coloca sus manos en mi cintura. Nos miramos y entonces me aferra a su pecho con fuerza.  Tomo su rostro entre mis manos y me lanzo a su boca para que me dé el beso que estoy esperando.

Nos besamos con desesperación, como si fuéramos dos sedientos en el desierto. Nuestras lenguas chocan y yo quiero que él me tome aquí, en este lugar, sobre su moto.

Sus manos viajan por mi cuerpo haciendo presión en mis curvas y yo me he comenzado a mover sobre él rozando su erección que ya ha hecho su aparición. Por Dios, esto es tan excitante. Este hombre me vuelve loca. No me extraña que tenga a una ex obsesionada persiguiéndolo. Al puede volver loca a cualquier mujer solo con beso.

Nos seguimos besando, el calor aumenta unos cuantos grados más. Gemidos y jadeos son la música que nos acompaña. Al se separa de mi boca y sobre ella me dice.

―Pequeña, creo que la fantasía de follarte sobre una moto, hoy no podrá ser cumplida. Llevas mucha ropa, además no sé si este estacionamiento tiene circuito de vigilancia. Tengo que verificar eso primero. No quiero que luego un video triple x de nosotros desnudos sobre esta moto se tome la internet.

Aunque sé que Al tiene razón no dejo de sentir un poquito de desilusión ante lo que me está diciendo. Pero vuelve a besarme y se me pasa.

―Bueno ―le digo sonriendo―, yo estaba pensando en subir la moto hasta mi casa.

Me mira sonriendo y en sus ojos atisbo deseo y lujuria. Está igual o peor que yo de excitado.

―Vamos ―dice dándome una nalgada y un beso rápido en los labios.

Llegamos a nuestro destino y nos miramos como decidiendo en cuál de los departamentos entrar. Él ve mi cara de duda y tira de mí llevándome hasta su puerta.

Hace que yo pase primero dentro de su hogar, Al me sigue y cierra la puerta tras de él.  Camino tres pasos y siento que me toma por un brazo para luego acercarme a él y me estampa con la muralla. Me besa con desesperación y mis piernas flaquean amenazando con no seguir sosteniendo mi cuerpo.

Mete su mano en mi cabello jalándolo para que mi cuello quede expuesto a él. Sube y baja, repartiendo besos y lamidas que hacen que pierda un poco más la razón. Vuelve a mi boca con posesión y me da un tirón en el labio inferior, lo que hace que mi entrepierna vibre con más fuerza.

Se separa de mí un poco, me mira directo a los ojos con los suyos vidriosos por la pasión y lleva sus manos a mi blusa. Yo arqueo mi espalada haciendo que mis pechos queden mas erectos de lo que ya están. Posa sus manos en el primer botón de la blusa y sin más le da un tirón, haciendo que los botones vuelen por los aires y caigan desparramados por el suelo.

―Pero que manía la tuya de romperme la ropa ―le digo divertida―. Estoy haciendo una lista de cada prenda que me has destrozado. Un día de estos tú y yo nos vamos de compras.

Me sonríe y me guiña y ojo, ayyy, como me encanta a mí eso del guiño. Es una actitud de niño travieso que puede conmigo. De pronto y en un rápido movimiento se agacha un poco y me levanta sobre su hombro, al más puro estilo hombre cavernario. Yo ya estoy a mil y quiero tenerlo pronto dentro de mí. Llegamos a su cama y me deja caer sobre esta.

Comienza a quitarse la camiseta y yo soy espectadora en primera fila de ese torso ultra mega definido y que es todo para mí.

Me cubre con su cuerpo y comienza a besar cada rincón del mío. Me retuerzo con el contacto de su boca recorriendo mis pechos. Ahora me ayuda a quitarme lo que queda de ropa, me besa para luego preguntar:

―¿ Aún estás enojada o ya me perdonaste?

―Dijiste que me convencerías, y aún no estoy convencida. Tendrás que esforzarte más ―le digo toda coqueta.

―¿Te quedarás a pasar la noche conmigo? Tengo pensadas muchas maneras para convencerte y creo que necesitaré de muchas horas para enseñártelas.

Un calorón me sube desde la puntas de los dedos de mis pies y llega hasta mi cara resecando mi garganta a su paso. Pienso en su proposición y decido quedarme esa noche y pasarla de maravillas. Pondré la alarma en mi teléfono ya que mañana debo estar temprano en casa para recibir a Francisco.

―Está bien, me quedo contigo. ―Termino de decir eso y Al comienza con el primer asalto de la noche

Después de haber recorrido casi medio Kamasutra, caemos cansados en los brazos de Morfeo. Bueno yo en los fornidos brazos de mi sexy bombero.


 

No hay comentarios:

Publicar un comentario

©TODOS LOS DERECHOS RESERVADOS ♥ El Rincón de Xulita Minny | 5 de enero 2015