Capítulo 10. El Vecino de Al lado :)

 Estoy que hecho humo, no, no, soy como Spiderman y me subo por las paredes. Deseo matarlo, que leñes, quiero matarlo. Yo tengo que aguantar que él pase horas con una morenaza en su casa, pero él no es capaz de ver que yo estoy cenando con otro hombre. Estoy en mi habitación, dando vueltas de un lado a otro de la misma, mientras termino de secarme. Una vez seca, me pongo mi bata rosa. Nada más anudarla, escucho que llaman a la puerta. Sé que es él, estoy segura, pero ahora mismo estoy con un cabreo monumental.

—¡¡Minny, abre!! ¡¡Sé que estás en casa!! —grita desde el otro lado de la puerta. Me acerco a ella y miro por la mirilla. Está guapísimo, pero no, tengo que ser fuerte y no caer rendida a la primera de cambio. Me miro y caigo en la cuenta de que estoy ataviada con la misma vestimenta de nuestro primer encuentro sexual fallido. Esta es la mía. Se va a cagar. 

Abro lentamente la puerta y me sitúo en el quicio de la misma. Al me ve y se le desencaja la mandíbula. Sé que su mente acaba de viajar a nuestro momento cocina. Muevo la pierna, solo un poco, lo suficiente para provocar que la bata se abra un poco y deje entrever que estoy desnuda. Irremediablemente, mis pezones se han endurecido y se dejan ver a través de la tela. La situación me está excitando.  —¿Qué es lo que quieres Al?

—Que hablemos —me dice con un tono de voz que me vuelve loca —. ¿Me dejas pasar? —Me lo quedo mirando, dudo sobre qué hacer.

—No, lo mejor será que te vayas a tu casa.

—Minny, por favor. Pensaba que entre nosotros había algo.

—Ya bueno, eso mismo pensaba yo, hasta que al día siguiente de nuestra maravillosa y espectacular cita, no me llamaste ni me mandaste un triste mensaje. Pero luego lo entendí todo, ya me has follado y a otra cosa mariposa. Tardaste poco en substituirme, por cierto, bonita morena rellena en silicona, vino a verte el otro día.

—¿Vanessa?

—La que te la pone tiesa —le contesto como si mi boca fuese un resorte. Ver la cara que se le ha quedado no tiene desperdicio. Me pega la risa floja, no puedo parar de reírme, pero veo que a él no le hace ni pizca de gracia. Está serio, diría que incluso está cabreado—. ¿Qué pasa? ¿Me he metido con tu churri? —le digo con recochineo.

—Minny… estás tentando a tu suerte y ahora mismo contigo vestida así no razono. Lo único que deseo es empotrarte en esa pared —la señala con el dedo —, y follarte sin parar. Pero quiero hacer las cosas en condiciones y que hablemos —estoy sin respiración, me he imaginado la escena y me he puesto enferma. Deseo a ese hombre con toda mi alma, pero no quiero caer rendida, no quiero arrastrarme por un hombre. Si realmente quiere estar conmigo, que luche por mí, me lo merezco—. Hagamos una cosa, yo no he cenado, tú tampoco —lo miro con una mirada de esas que matan. Él alza las manos en señal de rendición —, te propongo que vayamos a cenar y hablemos. Te contaré todo lo que quieras, con total sinceridad. 

—El problema es que no sé si puedo fiarme de ti —le respondo con frialdad.

—Ya te he dicho que quiero hacer las cosas bien, dame una oportunidad, confía en mí. —Me quedo pensativa, no sé qué hacer. Al nota mis dudas y se acerca a mí. Con una mano, roza mi mejilla—. Nena, Vanessa no es nadie, deja que te lo explique. Vayamos a cenar, hablemos, tengamos una cita en condiciones y conozcámonos.

—Está bien, pero una cena, charla y nada más.

—Nada más.

—Dame diez minutos, me arreglo y nos vamos. —Al asiente, se da media vuelta y se mete en su casa. Yo sonrío, no he sido todo lo dura que pretendía, pero he visto en sus ojos total sinceridad. Además, después de la que ha liado para evitar mi cita, bien se merece que hablemos y nos conozcamos mejor.


****


Estoy cerrando la puerta de casa con llave, cuando Al sale de la suya. Lo miro y veo que no lleva el casco, ni para él ni para mí. Una pequeña punzada de decepción, me golpea en el estómago. 

—¿Dónde vamos a cenar? —le pregunto.

—Había pensado en llevarte a un restaurante italiano.

—¿Y cómo vamos?

—Pues había pensado en coger un taxi, ¿por qué? —me sonrojo, me da vergüenza decírselo, pero me hace tanta ilusión. Al, parece leerme el pensamiento—. ¿Quieres que cojamos la moto? —asiento entusiasmada—. Está bien, voy a por los cascos —me muero por ir con él en la moto, así puedo aprovechar y agarrarme fuerte a su cintura, tocas su abdominales… Minny para que te desmelenas y del rellano no salís. Cuando por fin vuelve, me entrega el que voy a llevar yo y se acerca para darme un beso en los labios. Pero yo, que soy más chula que un ocho, le hago la cobra y le pongo la mejilla. Él gruñe, pero de reojo le veo una media sonrisa, sabe que no se lo voy a poner fácil. No porque no lo esté deseando, pero es que como deje que me bese, me tiraré a sus brazos.

Llegamos junto a la moto, nos ponemos los cascos y nos subimos a ella. Cuando arranca, es tal el susto que me llevo, que me agarro fuerte a su cintura. 

—Si me coges de esa manera, no voy a poder respirar ni conducir. Relájate, además ¿no eras tú la que quería que fuésemos en la moto? —me dice en todo de burla, a mí no me hace ni puñetera gracia.

Llegamos al restaurante, un sitio muy bonito y acogedor. Las paredes son de color albero, las mesas de madera oscura a juego con las sillas. Los manteles son de color granate y en el centro de la mesa un florero y un candelabro, hacen que sea más acogedor aún. El metre se acerca a nosotros, sonríe a Al y le da un abrazo, imagino que se conocen. Nos pide que le sigamos y nos lleva hasta una mesa que está un poco más apartada del resto. Al, separa una de las sillas y me pide que me siente, un gesto caballeroso que me deja sorprendida. Después se sienta frente a mí y me sonríe.

 —¿Te gusta el sitio?

—Es muy bonito y acogedor. ¿Conoces al camarero?

—Sí, es un buen amigo mío.

—Lo he imaginado, tiene cara de buena persona.

—Y lo es —me contesta guiándome un ojo —. ¿Qué te apetece cenar? —cojo la carta y me pongo a mirarla. Me apetece pasta.

—Creo que pediré unos raviolis de mer.

—Ummm, buena elección, creo que tomaré lo mismo. ¿Te apetece vino?

—Al, después tienes que conducir —le recrimino.

—Por una copa, no pasará nada y si no, siempre podemos volver en taxi —me lo quedo mirando, después de todo tiene razón.

—Está bien, pues ¿un lambrusco?

—Buena elección —me contesta guiñándome un ojo. Este lo que quiere es emborracharme. El amigo de Al, se acerca y nos toma nota. Cuándo se va, miro fijamente a Al a los ojos.

—¿Quién es Vanessa y que pasó en tu casa el otro día?

—Vaya… directa al grano ¿eh?

—Quiero la verdad Al, te lo pido por favor.

—Y la tendrás pequeña. Vuelvo a repetirte que quiero hacer las cosas bien contigo, quiero que desde el principio haya sinceridad y confianza entre nosotros.

—Está bien, te tomo la palabra, cuéntame.

—Vanessa es mi ex novia —vale, eso ya me lo imaginaba —, hace unos meses que lo dejamos, pero ella insiste en volver conmigo. Hasta el punto que llegó a acosarme, me llamaba a todas horas, me seguía a donde iba. Si salía con alguien, ella se encargaba de espantarla. Se inventaba cualquier cosa para espantar a mis citas, me montaba escándalos en restaurantes. 

—Pero esa tía… ¿está loca o qué?

—No lo sé, pero llegué a denunciarla por acoso. Le pusieron una orden de alejamiento y cómo has podido comprobar, se la salta a la torera. Tuve que cambiar de número de teléfono, mi familia también. Me he mudado tres veces y no sé cómo, siempre acaba encontrándome.

—Hay algo que no entiendo… si tiene una orden de alejamiento, ¿por qué la dejas entrar en tu casa?

—Muy fácil, no quería que me montase un escándalo en el rellano de la escalera y que los vecinos la escuchasen. Así que la mejor opción era dejarla pasar.

—Me da miedo seguir preguntándote.

—Eh… —me dice dulcemente—, mírame nena —le hago caso—. No pasó nada. Simplemente le dejé las cosas claras. Le dije que si seguía acosándome, volvería a llamar a la policía. Que aceptase de una vez que ya no estábamos juntos y que nunca lo estaríamos. Además, yo ahora mismo, en la única persona en la que pienso es en cierta vecina, que tiene un tanga rojo que me vuelve loco y el cual quiero volver a romper.

—Eso no te lo crees ni tú. Aunque me excita y, no sabes de qué manera, que me rompas la ropa interior, ese tanga no lo vas a romper. Si vuelves a encontrarte con él, lo quitarás con dulzura y sutileza.

—¿Cómo que si vuelvo a encontrarme con él?

—Aún estoy enfadada contigo, me dolió que no me llamases.

—Lo siento —parece sincero al decirlo—, cuando volví del incendio, deseé con todas mis fuerzas encontrarte durmiendo en mi cama. Pero cuando llegué no estabas y me decepcioné. Pensé… no sé ni lo que pensé. Pero decidí darte espacio y que fueses tú la que viniese a verme al día siguiente. Algo que no hiciste y ahora entiendo el porqué, viste llegar a Vanessa. Pero claro, como no viniste pensé que no querías saber más de mí y el orgullo me impedía coger el teléfono y llamarte. Después vi, que una noche, un chico iba a tu casa y la rabia me invadió por dentro. Y ya hoy, al ver que volvía, no he podido contenerme y he montado el parque acuático en nuestro edificio, para poder arruinarte la cita —me mira medio sonriente. Es un cabrón y lo sabe, pero para qué engañarnos me encanta lo que ha hecho. Significa que algo le importo.

—No pasó nada con Jesús. La primera noche estaba mi hijo, además es un amigo. Y hoy, tengo que reconocerte algo, lo tenía todo preparado, quería que lo vieses, que te pusiese celoso… y lo he logrado —me mira boquiabierto.

—Serás…

—Te lo tienes merecido —le corto—, por capullo.

—Bueno, ya te he dicho el porqué, ¿crees que vas a ser capaz de perdonarme?

—Ummm, me lo tengo que pensar.

—Puedo tratar de convencerte… —me mira pícaro.

—No lo dudo, tienes tus dotes y encantos de seducción…

—Creo que has probado parte de ellos, pero no todos.

—¿Eso es una proposición?

—Sólo si tú quieres que lo sea… yo lo único que quiero es verte sonreír y disfrutar, a poder ser, conmigo —ainssss mi bombero que me lo voy a comer con tomate. ¿Cómo puede decirme estas cosas? Un día va a conseguir que arda por combustión espontánea y ni su manguera va a conseguir sofocar el fuego que hay en mí. 


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©TODOS LOS DERECHOS RESERVADOS ♥ El Rincón de Xulita Minny | 5 de enero 2015