Tengo
una mala leche increíble, no puedo creer que no sepa nada de él. Ni una
llamada, un mensaje. He de reconocer, que pensé que después de lo bien que lo
habíamos pasado, aparecería. Pero no, no ha sido así y no pienso quedarme de
brazos cruzados. Al va a saber quién es Minny y de lo que es capaz de hacer por
un desplante «solo faltaría me ratifico a mí misma».
He
vuelto a llamar a Jesús, no sé si mi plan de ayer funcionó, si logró verlo, o
simplemente le importó lo más mínimo con quién cenaba. Pero hoy me voy a
asegurar de que se entere. Para comenzar con mi plan, Francisco se ha quedado a
dormir a casa de Inés, no suele quedarse, pero hoy lo necesito y ella me apoya
al cien por cien con lo ideado.
Camino
muy segura de lo que tengo que hacer; y no es otra cosa que ir a mi habitación,
quitarme mi fantástica bata de Primark y ponerme el vestido que me he comprado
tan divino de la muerte esta mismísima tarde, cómo no, en Primark. No podía ser
de otro modo.
Me
miro al espejo desnuda y mi mente imagina sus manos acariciando mi piel,
electrizando mis sentidos y humedeciendo mi sexo cómo ha hecho desde el día que
lo vi por primera vez. Pero Minny es mucho más que un objeto sexual, oh sí soy
una loca que está deseando que llame a mi puerta y sea mío. Pero para ello
necesita ayuda por lo visto.
Me
pongo mi ropa interior roja, esa que tanto le gustó y no pude evitar comprarme
una gemela en la misma tienda, para rememorar el momento vivido en su casa «que
ilusa y bobalicona puedo llegar a ser, quién me ha visto y quién me ve».
Dejo
que el vestido blanco se amolde a mi cuerpo, y estiro la falda intentando que
baje un poco más, pero es imposible. La medida es la más peligrosa que podían
diseñar, como me descuide se me va a ver todo. Pero maldita sea que se vea,
total.
Ya
estoy vestida, peinada y maquillada para la ocasión, «zorrón total, si me viera
India diría que ya estoy haciendo de las mías y que no razono. Pero oye que me
quiten lo bailado. Me lo estoy pasando pipa, ¿o no? ». Me pregunto a mí misma
al reflejo del espejo. Niego y cojo el teléfono para no perder la poca dignidad
que me queda.
Chicas
ya estoy lista, hoy sí que me va a ver, y vaya cómo.
Empieza
mi plan desearme suerte
Estoy
tan nerviosa que no espero a que contesten, meto el teléfono en el bolso, y
salgo en dirección a la puerta. Miro el reloj y sonrío, ayer a esta hora estaba
en casa, así que es el momento de actuar.
Giro
la llave de la puerta; he cerrado el cerrojo con doble vuelta para provocar un
gran estruendo al abrir y pueda oírlo. Y no dudo en cerrar con un gran golpe
que retumba en casi todo el edificio.
Ahora
sólo tengo que comprar dos cosas y asegurarme que me oiga al entrar.
Cuando
voy a abrir la puerta de mi casa, escucho que la vecina de arriba refunfuña
porque no funciona el ascensor y tiene que bajar escaleras abajo. Cuando pasa
por mi lado le pregunto a propósito para que se desahogue conmigo «soy muy
consciente de que su tono de voz es el más elevado de todas las vecinas. Que lista
soy, si es que me merezco la luna» intento obviar mis pensamientos y seguir
escuchando a la pobre vecina que está enfadada como una mona.
—Por
cierto muchacha, tápate un poco que vas a coger un resfriado que pa´ que.
—No
exagere mujer, estos vestidos están de moda.
—Que
modas ni leches, muy sueltas sois todas —me contesta mientras continua bajando
y me deja riendo como una idiota.
La
cena está lista y sé que Jesús está a punto de llegar. Subo el volumen del
televisor, he puesto un canal de videoclips musicales y todos me encantan.
Bailo y canto a todo trapo, hasta que el timbre suena, lo siento pero aún no
voy a abrir. Oh no he de ser consciente de que Al lo oye.
El
timbre vuelve a sonar, los golpes que da a la puerta son ensordecedores, y sus
gritos nombrándome van a comenzar a asustar a todos los vecinos. Voy hasta mi
habitación me coloco los tacones lo más rápido que puedo y comienzo a correr
hasta la puerta, provocando un estruendo con cada paso que doy «Ya voy, ya
voooooooooyyyyyyy» grito conteniendo la risa.
—Perdona
estaba en la otra punta del piso y no oí llamar.
—Pues
me iba a ir Minny, baja el volumen del televisor los vecinos estarán contentos.
¿Dónde está Francisco? —pregunta al dirigir la mirada hacia el salón y verlo
vacío.
—Se
ha quedado con Inés, cenamos solos. —Automáticamente mi mirada ladina se dirige
hacia la puerta de Al. No sé por qué, pero tengo la sensación que nos está
observando. Mi pose es provocadora y espero que le esté molestando, y que su
entrepierna le aprisione estrujándole ese gran, perfecto miembro que estoy loca
por volver a saborear.
Me
obligo a no pensar y cierro la puerta detrás de mí, el golpe que doy hace que
Jesús me pregunte si estoy bien, y hasta me proponga posponer nuestra cena,
pero ni hablar, eso es lo último que pienso hacer.
Le
invito a sentarse mientras saco del horno mi tan codiciado solomillo de ternera
al vino; a mí y a Francisco nos pirra, nos ponemos morados cada vez que lo
hago, y lo que sobre de esta noche, lo comeremos mañana que no están las cosas
como para tirar la comida.
Jesús
está muy serio, no sé qué le ocurre pero no me apetece preguntarle, lo único
por lo que entregaría mi vida ahora mismo es por saber que está pensando mi
bombero, mi portento de bombero mejor dicho. Pero algo me llama la atención una
luces azules iluminan la ventana. Me levanto corriendo y casi empotrándome
sobre esta, logro ver varios coches de policía detenidos en mi puerta. Se bajan
de los coches y comienzan a entrar a mi escalera.
—Dios…algo
ocurre —me quedo sin aliento al darme cuenta de que algo no va bien —, debemos
bajar a la calle Jesús.
Se
acerca a la ventana y tras mirar dos segundos, me agarra del brazo y me dirige
hasta la puerta. Antes de cerrar cojo las llaves y cierro para bajar las
escaleras lo antes posible. «Pero qué diablos es esto…es agua, desde cuando
está esto aquí», miro hacia el techo y veo en cada tramo de escaleras unos
aspersores que no dejan de pulverizar agua que me está empapando completamente.
Aceleramos
el paso y bajo de tres en tres los escalones con cuidado de no resbalarme y
caerme. Solo me faltaba darme de bruces para animar el espectáculo que ya estoy
dando bajando las escaleras.
Cuando
por fin alcanzo la portería resbalo, patinando sin control hacia la calle,
temiendo lo que va a ocurrir en unos segundos. Cierro los ojos para no sentirme
más ridícula de lo que ya me siento, pero unas manos me agarran. Menos mal que
está Jesús, sino no sé qué habría sido de mí.
Abro los ojos para darle las gracias y me
encuentro con sus ojos, dios que mirada y no es la de Jesús, es la de mi
salvador. Al me tiene sostenida con sus fornidos brazos, y su pecho me
aprisiona. No quiero separarme de él, sé que me están mirando, que el
espectáculo que estamos regalando ahora mismo es alucinante, pero no quiero
despertar de este sueño.
Su
mano se dirige a mi rostro y aparta los mechones empapados que se han quedado
pegados en mi frente y solo quiero que me bese, volver a sentir su sabor a
Coca-Cola y perderme en él.
—Minny
creo que lo mejor es que me vaya —la voz de Jesús me hace volver al planeta
tierra. Me separo lo más rápido que puedo de Al e intento ponerme el vestido en
su sitio mientras veo que Jesús camina a toda prisa, sin hacer caso alguno a
mis gritos que pronuncian su nombre.
Me
apoyo en el coche que hay aparcado frente al portal y me miro en el retrovisor.
Mi cara de espanto aparece al instante, mis ojos están ensombrecidos a causa de
la pintura que ni waterproof ni leches, maquillaje y agua, a paseo la hora de
acicalamiento.
Pero
un pensamiento viene a mí y niego mientras dirijo la mirada al cristal de la
oficina de ahorros que hay frente a mí y mis peores sospechas se hacen
realidad. Mi fantástico tanga rojo del Primark se transparenta completamente.
Miro
a mi alrededor, y los vecinos no se han percatado, suspiro aliviada. Pero
siento que alguien me está observando. Y no puede ser otro que mi bombero, así
es, comienza a caminar hacia mi lentamente mirándome de arriba debajo de forma
lasciva. Pero cuando observa detenidamente mi sexo gime, no puede evitarlo y yo
sonrío al sentirme la dueña de sus deseos, al menos los que está viviendo en
este instante.
—Dime
que no te has comprado otro tanga igual.
—Sí,
pero ayer no apareciste, perdiste la oportunidad de estrenarlo —toma bombero,
esa duele eh, mini punto para Minny. Donde las dan las toman
—Tío,
esto es muy raro. No sé cómo diablos se ha accionado la alarma contra
incendios, si no hay un triste ápice de humo en ningún rellano. ¿Esto no será
provocado? —nos interrumpe uno de sus compañeros. Y vaya compañero, si alguna
del club de lectura quiere un portento bombero, tenemos otro para ofrecer. Como
todos sean así me veo capaz de hacer una orgía en ese famoso parque.
—Habrá
sido un fallo del sistema.
—Tú
sabes que eso no es posible.
—Déjalo,
no ha pasado nada.
«Espera,
espera un fallo del sistema… ¿Desde cuándo está instalado ese sistema? ¿Cómo
vecina debería ser conocedora? Sí, evidentemente que sí para ello me mato a
conseguir pagar a final de mes la dichosa comunidad. Oh no, no puedo estar
pensando lo que creo que ha ocurrido, no ha podido ser capaz».
El
compañero encoje los hombros y habla a través de un walkie que era una falsa
alarma y que se retiran. Se despide de Al con un choque de manos y los miro muy
atentamente.
—Espero
que este contratiempo no haya arruinado tu cena. —Lo mato, lo mato y lo remato.
Estoy empapada enseñándole al vecindario mi fantástica ropa interior, y su
mirada, su sonrisa… sé que ha sido él…
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