Me
sentía exhausta y pletórica a la vez, tenía a mi lado a dos hombres que podían
ser los protagonistas de un sueño, de uno maravilloso, tórrido y placentero que
hubiese calentado el ambiente en décimas de segundos a cualquiera, como me
había pasado a mí hacía unos minutos. Solo de pensar lo que había ocurrido en
aquella cama, con esos sementales, la temperatura se me volvía a disparar…
«¡Minny, estás desatada, tía!», intento no reírme, no quiero que piensen que
estoy un poco loca, aunque eso me habían vuelto ellos con sus juguetitos, con
aquel trío y con mi primer anal…
―¿Cómo
estás, preciosa? ―me pregunta Al mientras me acaricia con suavidad el estómago.
―Bien
―musito con una sonrisa perdiéndome en su mirada oscura.
―Creo
que os voy a dejar solitos, pareja ―comenta Lucas incorporándose de la cama―.
Minny, ha sido todo un placer y… espero que repitamos pronto porque me he
quedado con las ganas de probar este juguetito que tienes en el dormitorio
―señala el columpio casero que había hecho.
―Claro
―susurro con una sonrisa bobalicona mientras le contemplo embobada su
espectacular cuerpo. «¡Madre mía, cómo está Lucas! ¡Esto es un cuerpo y no lo
de la Guardia Civil!»
Cuando
se viste, se despide de nosotros y nos deja un poco de intimidad. Me giro y
observó a Al que no había quitado la vista de mí sin dejar de acariciarme, y
mientras yo deleitándome con su amigo… Anda que ya me vale. Pero estas cosas a
una no le pasan todos los días y hay que aprovecharlas.
―¿Tienes
hambre? ―pregunta mientras me da besos en el cuello.
―¡Mierda!
―exclamo al acordarme de la reserva que había hecho a las nueve en aquel
restaurante. Me inclino hacia la mesilla de noche y miro la hora―. Al, tenemos
que vestirnos ya. Llegamos un pelín tarde a cenar.
Al se
me queda mirando con una sonrisa, se inclina hacia mí y me planta un besazo de
esos de película.
―Eres
la mejor, Minny. Vamos a cenar que luego quiero venir a por mi postre ―dice
como si tal cosa mientras se levanta y me regala una preciosa panorámica de su
trasero. «¡¡Guaaaaaaaaaauuuuuuuuu!!»
¿Y yo
me tengo que levantar y abandonar este paraíso del sexo? Vale, sé que estoy
salida, pero es que este bombero saca mi lado más lascivo y me siento tan
poderosamente sexy que me da hasta miedo.
Sin
ganas, que conste, me incorporo; nos vestimos y salimos como dos quinceañeros
cogidos de la mano hacia el restaurante, el cual no está muy lejos de nuestro
nidito de amor. Llegamos allí con una hora de retraso, menos mal que no había
mucha gente y nos pudimos sentar. La cena un diez, el vino otro diez, sobre todo
las dos botellas que nos bebimos entre risa y risa; y la compañía inmejorable,
aunque no me hubiese importado que Lucas hubiese venido también. «¿Ves, Minny?
La gitana al final tendrá razón y todo. ¡Céntrate, por favor!»
Después
de invitarme a cenar, «es que mi bombero quería celebrar su cumpleaños por todo
lo alto», salimos del restaurante abrazados y con la risa floja por tanto
alcohol como habíamos bebido.
―Entonces,
¿te ha gustado? ―me pregunta mientras me coge de la cintura y me da un beso en
la cabeza, haciéndome sentir una privilegiada al tenerlo al lado.
―¿El
qué? ¿La cena? Estaba deliciosa ―me hago la tonta.
―No,
eso no. Quería saber si te había gustado el trío… ―susurra en mi oído y solo
con ese gesto se me eriza toda la piel.
―Sí,
me ha gustado mucho ―digo con una sonrisa resplandeciente mientras en mi mente
me bombardean imágenes de aquel encuentro sexual con Al y Lucas. ¡Estar en
medio de esos dos hombretones ha sido una autentica pasada!
―Cuando
quieras volvemos a repetir ―comenta divertido―, pero eres mía, ¿eh?
―Bueno,
bueno… ¡Ya veremos! ―digo con guasa a lo que él responde con un pellizco en mi
trasero―. ¡Oye! Esas manos quietas ―comienzo a correr por la calle sin parar de
reírme, me siento libre y tan feliz cuando estoy a su lado.
―Ven
aquí, vecinita ―me grita mientras me persigue.
No
paro de correr, divertida y juguetona, sabiendo que cuando lleguemos al piso
volveremos a saciarnos el uno del otro y probaremos solos mi regalito de
cumpleaños. En aquel momento se me viene el alma a los pies y mi rostro cambia
de la felicidad a la desdicha en décimas de segundos haciendo que me detenga de
golpe, sin avisar, quedándome pálida e incluso conteniendo la respiración.
―¡¡Te
voy a coger!! ―grita Al, feliz a mi espalda. Yo solo quiero morirme en aquel momento.
―Hola,
Minny ―me saluda la última persona que deseaba encontrarme en aquella noche
mágica, justo en la entrada del edificio donde vivía.
―¿Qué
haces aquí? ―farfullo con los dientes apretados mirándole desafiante.
―¿Qué
ocurre, Minny? ―me pregunta Al confundido, mirándome a mí y después a ese
hombre que tengo enfrente.
―Sí
que te has dado prisa en buscarme sustituto… ―susurra achicando sus ojos
oscuros para mirar a Al con cara de desprecio.
―Eso
no es de tu incumbencia ―musito molesta por su presencia y por la mala pata de
que sea testigo Al de ese encuentro.
―Minny
―susurra Al intentando que le dé una explicación.
―Al,
este sujeto que tienes aquí es mi exmarido ―explico mientras mi bombero asiente
con la cabeza―. ¿Qué quieres, Sebas? ―pregunto mirando al que fue el amor de mi
vida en el pasado.
―Venía
a hablar contigo, pero veo que ahora no es buen momento…
―Ni
ahora ni nunca. Tú y yo no tenemos nada de qué hablar.
―No
te hagas la dura conmigo, Minny… ―comenta Sebas con una sonrisa―. Mañana me pasaré
y así veo a Fran. ¡Hasta mañana, preciosa!
Contemplo
cómo se marcha y maldigo por dentro una y mil veces. Abro la puerta que da
acceso al edificio sin hablar, ¡estoy que me subo por las paredes! Al me
acompaña sin preguntar nada ni hacer referencia a ese indeseable que me
trastocó la existencia. Llegamos a nuestra planta y me mira con esos ojazos que
me vuelven loca.
―¿Quieres
que pase? ―pregunta mientras me acaricia con la mano la mejilla.
―Al,
lo siento, pero necesito estar sola… No esperaba que mi ex volviese, y necesito
pensar en cómo se lo voy a contar a Fran… ―explico con un nudo en la garganta.
Al se
acerca a mí y me besa con suavidad los labios.
―Si
me necesitas, para lo que sea, ya sabes dónde encontrarme ―me dice con una
sonrisa que me termina de deshacer por dentro. «¡Qué mono es!»
Entro
en mi casa y me dejo caer en la cama. Pero, ¿por qué ha tenido que volver ese
malnacido a mi vida? ¿Es que no tuvo bastante con todo lo que nos hizo pasar?
Miro el móvil y veo que tengo más de mil mensajes de mis chicas… Sé que quieren
saber cómo me fue la noche, tecleo en mi móvil:
Con
Al genial, además venía con sorpresa!!!
Encarni-Kayla:
¿Qué sorpresa? ¡¡Cuenta!!
Lorena:
No te hagas la esquiva. ¡Queremos detalles!
Solo
tres palabras: Al, Lucas y yo… ¡Fue fantástico!
Marta:
¡Asquerosa! Con dos bomberos y otras sin ninguno.
Connie:
¡¡Viva los bomberos!!
Pero
ahora estoy jodida…
Valeria:
¿Qué te pasa? ¿Por qué no estás dándole que te pego con Al?
Acabo
de ver a mi ex… ha vuelto…
Ness:
Joder, ¿qué nos dices?
Estoy
mal, chicas. Mañana hablamos. ¡Os quiero!
Raquel
G: Y nosotras a ti. Cuídate y mañana hablamos.
Pongo
el móvil en silencio y me tapo la cabeza con la almohada. Solo me apetece
llorar de rabia e impotencia. ¿Cómo le voy a decir a mi hijo que su padre ha
vuelto después de ocho años desaparecido? ¿Cómo voy a explicarle las razones
que tuvo para irse si yo misma ni las sé? Esta noche ha pasado de ser la más
maravillosa del mundo a convertirse en mi peor pesadilla: Sebas había vuelto y
no sabía con qué intenciones.
Capítulo de Loles López
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