Durante
todo el día estoy tirada en el sofá con cara de zombie y expresión rabiosa. Mi
hijo Francisco se percata de mi estado, por lo que se encierra en su habitación
para evitarme a toda costa. Soy incapaz de hablar con él acerca del regreso de
su padre. Tras tantos años de ausencia..., ¿qué se supone que voy a decirle?
Sebas
se largó. Me hizo daño. Me dejó hundida y tan humillada que durante años fui
incapaz de confiar en ningún hombre. De inmediato, mis labios se curvan en una
sonrisa que no puedo reprimir al recordar a mi bombero particular.
─Al
─susurro en voz alta, y me paso el pulgar por la boca─. ¿Qué estás haciendo
conmigo?
Como
si las chicas de mi grupo de Whatssap se percataran de lo que me sucede, una
estampida de mensajes inunda mi teléfono. Los leo todos hasta que deseo
gritarme a mí misma. Tienen razón. ¡Soy estúpida! ¿Qué demonios hago aquí
llorando cuando Al ha intentado volver a verme esta mañana?
Chloe:
¿Qué tal estás, Minny? ¿No me digas que has permitido que el malnacido de tu ex
te deprima...?
Connie:
¡No se merece que pienses en él!
Loles:
Deja que Al te consuele ;)
Noa:
Manifiéstate Minny!!!
Chloe:
Eoooooooo
Lo
sé chicas... lo sé, ... pero es complicado. Me hizo sufrir muchísimo. Sé que no
se merece que me preocupe por él, pero me asaltan las dudas. ¿Y si quiere
llevarse a Francisco?
Suelto
un sollozo al percatarme de que estoy aterrorizada sobre ese hecho. Mi hijo es
lo más importante de mi vida. La razón por la que me levanto cada día con una
sonrisa. Durante los años de ausencia del gilipollas de Sebas, he sido yo quien
ha logrado sacarnos adelante.
Desgraciado...
De
repente, alguien llama a la puerta de casa. Creyendo que es Al, la única
persona a la que me apetece ver en este momento, voy corriendo a abrir la
puerta. Necesito que me consuele como sólo él sabe hacerlo...; pasando las
manos por mis muslos, besándome el cuello, follándome... joder, que me eche un
buen polvo y me quite todas las tonterías.
─¡Lucas!
─exclamo sorprendida al encontrármelo en el rellano.
─Hola,
Minny ─me saluda, con esa sonrisa encantadora que le sienta tan bien.
Trato
de borrarme la expresión amarga que denota mi rostro. Quizá delante de Al
llorar no me avergonzaría, pero con Lucas es distinto, por lo que fuerzo una
sonrisa y me cruzo de brazos para aparentar una entereza que no poseo. En
cuanto frunce el entrecejo, me percato de que no he logrado engañarlo.
Da un
paso hacia mí y yo retrocedo de manera instintiva, resguardándome en el
interior de mi hogar.
─Minny,
¿estás bien? ─se preocupa.
─Sí,
claro que sí.
Su
mano recorre mi mejilla hasta producirme un escalofrío de placer. Es extraño,
porque me siento tremendamente bien y a la vez muy incómoda.
─Mentirosa...
─murmura, sin perder la sonrisa.
─¡Qué
estoy bien! ─estallo, sin poder contenerme.
Lucas
parpadea perplejo, y yo me muerdo el labio arrepentida. Me estoy comportando
como una cría.
─Si
quieres me voy... ─dice, denotando molestia.
Suspiro
y lo miro a los ojos.
─Lo
siento. No he tenido un buen día ─le aprieto la mano para hacérselo entender, y
él juguetea con mis dedos. Un cosquilleo caliente me recorre la palma de la
mano─. Todavía no me has dicho lo que has venido a hacer aquí.
─Bueno,
no hay mucho que decir ─se encoge de hombros, y me parece que está algo
nervioso. Inclina la cabeza para mirarme a los ojos, y vuelvo a sentirme algo
incómoda─. Tenía ganas de verte. Creo que ese es un buen motivo para estar
aquí, ¿No?
Trago
el nudo que tengo en la garganta, y soy incapaz de mirarlo a los ojos. ¡¿Cómo
que tenía ganas de verme?! Por favor, que Lucas no esté coqueteando conmigo...,
nos hemos acostado, es decir... me he acostado con Al y él. Es evidente que
Lucas no puede estar coqueteando conmigo a espaldas de su amigo, ¿no?
─Minny,
mírame ─exige con voz grave.
No,
no puedo...
Ladeo
la cabeza hacia otra parte que no sean esos ojos que me observan con
intensidad.
─Tengo
que hacer la comida... ─murmuro distraída.
─Minny
─dice mi nombre con un tono ronco que me enloquece.
En
este instante pienso en Al, y deseo que aparezca para romper con esta situación
tan incómoda. Sí, tan incómoda y a la vez excitante.
─Será
mejor que te vayas, Lucas ─consigo decirle.
Él
sacude la cabeza, da un paso hacia mí y pega su cuerpo contra el mío. Me
aplasta contra la pared y siento el calor reconfortante que exuda su cuerpo. Oh...
Dios... mío.
─Mírame
a la cara y dímelo. Entonces me iré ─su aliento me acaricia los labios.
Temblando,
consigo alzar la cabeza para mirarlo a los ojos. Lo que encuentro en ellos me
deja trastocada, porque hay un deseo urgente en su mirada que es inconfundible.
Coloca las manos a cada lado de mi cabeza, sin dejarme escapatoria.
─Lucas...
─murmuro confundida, casi rogándoselo.
─Pídeme
que me vaya y me largo ahora mismo ─insiste, mirándome los labios.
─Te
tienes que ir.
─Eso
no es lo que quieres ─dice, muy seguro.
Abro
mucho los ojos al percibir la erección que acaricia la curva de mi vientre.
Lucas me dedica una mirada hambrienta, por lo que pego la espalda a la pared
como un gatito acorralado.
─Esto
no está bien... Al... ─trato de hacerlo entender.
Acuna
mi rostro entre sus manos para hablarme sin ambages.
─Al
no está aquí ─gruñe.
Antes
de que pueda reaccionar, su boca se aplasta contra la mía. Cierro los ojos por
puro instinto y suspiro al sentir los labios cálidos sobre los míos. Por la
sorpresa, abro la boca para replicar, y él aprovecha este instante para
introducir la lengua y besarme con reclamo. Con urgencia. Con hambre. De una
manera salvaje... en mitad del pasillo, con la puerta abierta.
Cuando
soy consciente de mi error y de mi propia debilidad, coloco las manos en su
pecho para apartarlo de mí. Al, Al, Al... quiero gritarme a mí misma. ¿Pero qué
estoy haciendo? ¿Qué nos estamos haciendo?
─Basta
─consigo farfullar.
Él
sigue insistiendo, pero yo sacudo la cabeza y aprieto los labios. Al final, Lucas
se aparta con gesto decepcionado. Yo tengo el corazón acelerado y las manos
sudorosas.
En
cuanto consigo tranquilizarme, soy consciente de que una presencia nos observa
desde el pasillo. Al, con los puños apretados y el rostro tenso, nos contempla
con los ojos abiertos como platos. Lucas murmura una maldición mientras yo me
quedo de piedra sin saber qué decir.
─Traidores...
─escupe con desprecio. Retrocede cuando trato de alcanzarlo, y coloca un brazo
entre ambos como si mi contacto lo asqueara. Me mira a los ojos con dureza y
una clara recriminación
─Jamás
hubiera esperado esto de ti.
─Al...
─mi voz rota se transforma en un sollozo.
Corro
tras él, pero se encierra en su casa y cierra la puerta. Me llevo las manos a
la cabeza y todo el cuerpo me tiembla. A mi espalda, Lucas coloca una mano
sobre mi hombro. Me aparto enfurecida, pero él apenas se inmuta.
─Hablaré
con él. Le explicaré que todo ha sido culpa mía ─decide.
─Será
mejor que te vayas ─le doy un empujón─. ¡Que te largues!
Corro
a esconderme dentro de mi casa y cierro sin hacer apenas ruido. Pego la espalda
contra la puerta y suelto un suspiro.
─¿Qué
has hecho, Minny? ¿Qué has hecho? ─me reclamo a mí misma.
¡Hola Minny! formo parte de la iniciativa 'Seamos Seguidores'.
ResponderEliminarYa te sigo de vuelta. Tienes un excelente contenido.
Mi blog es: https://blueshendrix.blogspot.com
Un saludo.