Capítulo 18 Al y Minny

 

¡Joder!. Lanzo todo lo que me encuentro a mi paso en casa contra el suelo o la pared. No me puedo creer lo que acabo de ver. ¡Joder!. Cuando empecé aquel juego del trío, la única norma que le puse a Lucas fue que su boca no podía ser besada. La única puta cosa que le pedí, que les pedí a los dos, y se han besado. ¡Delante de mis narices!. Si no hubiera salido en aquel momento de casa, ni siquiera les habría visto. ¿Con cuántas cosas más sería capaz de mentirme? Mierda Al, si es que eres un idiota. No sé cómo he sido capaz de pillarme tanto por una tía en tan poco tiempo. Mierda.



Recojo mis cosas para irme al gimnasio y matar así la mala ostia que me recorre por dentro. Han estado aporreando los dos la puerta desde que se la he cerrado ante sus narices. Cuando salgo me los encuentro a los dos mirándome y tratan de hablar.

Dejadme en paz. Quedaos bien juntitos, que es lo único que habéis hecho. No me puedo creer esto de ti Minny. Pensé… - tomo un poco de aire para no decir lo que realmente se me está pasando por la cabeza. – Iros a la mierda. Juntitos. Que eso se os da muy bien.

Salgo del edificio derrapando con la moto. La velocidad es lo único que me calma en este momento. Tomo las curvas tumbando lo máximo posible, apretó el acelerador hasta el límite. Cuando me doy cuenta he salido de la Málaga y por la carretera hacia Rincón de la Victoria. Adelanto a los coches a más de 180 km por hora. No puedo quitarme la imagen de Minny en brazos de Lucas, esos labios sobre los suyos. No entiendo por qué. No puedo entenderlo. Mis pensamientos están demasiado lejos de la carretera, como para ver un camión que se salta la línea continua y viene de frente. Consigo meterme entre dos coches, apurando el espacio, teniendo que clavar el freno y haciendo que la moto de desestabilice de la parte trasera derrapando unos metros. La moto no frena bien, parece como si los frenos no funcionasen. No puedo controlarla completamente y cuando me doy cuenta me estoy deslizando por el arcén de la carretera para acabar chocando contra un pequeño muro. Dios, mi espalda. Compruebo que puedo mover con normalidad mis manos, mis piernas, el cuello. Un par de coches se paran para ayudarme y llaman a una ambulancia. Les digo que estoy bien, pero en menos de quince minutos la ambulancia me está llevando al hospital Virgen de la Victoria. Me sedan y entro en un profundo sueño.

Cuando me despierto estoy en una habitación con una de las muñecas vendadas, un gran dolor en las costillas y algo duro en la espalda. Me toco y noto como si fuera una faja protegiéndomela. Aun habiendo tenido el accidente no puedo olvidarme de ese maldito beso.

Entra una enfermera, mira el gotero, cambia una de las bosas que supongo que es algún tipo de analgésico y antes de marcharse me avisa de que hay una persona fuera esperando a que me despertase. Al mirar la puerta veo entrar a Vanesa con los ojos llorosos.

Dios mío Al, cuando me han avisado he pensado que me moría. – se lanza a mis brazos y noto un intenso dolor en la espalda.

¿Qué haces aquí Vanesa? – la miro sin saber qué demonios hace allí. Ella no es mi persona de contacto en caso de accidente. Mi persona de contacto es… Lucas.

Me han llamado. – la miró fijamente tratando de pillarla en la mentira pero no titubea ni duda. - ¿En qué demonios estabas pensando? ¿Te querías matar? Menos mal que ese trasto ha quedado hecho añicos. Siempre la he odiado y sabía que un día tendrías un accidente.

Vanesa, necesito descansar. No me apetece hablar con nadie y menos contigo. – giro la cabeza esperando a que se vaya. – No eres la persona que quiero en mi vida. Ya lo sabes, lo dejamos claro y sobre todo, aléjate de Minny. Ni se te ocurra volver a ponerla una mano encima.

¿Esa pequeña mentirosa te ha intentado engañar con eso?

Vanesa, Lucas estaba delante. – con solo pensar en ellos dos juntos me hierve la sangre. – Adiós Vanesa. – antes de salir por la puerta se gira.

Sabes que nunca me iré de tu vida. Volverás a estar conmigo, lo sé y tú también lo sabes.

Cierra la puerta con su amenaza aun pululando en la habitación. Tan solo quince minutos después escucho revuelo fuera de la habitación y al mirar a la puerta Lucas y Minny entra en ella.

Al. – Minny se acerca temblorosa y llorando a la cama. - ¿Qué ha pasado?

He tenido un accidente de moto. – noto como quiere poner su mano temblorosa sobre la mía pero duda al hacerlo. – Pero no me duele tanto como vuestra traición.

Al, no ha sido culpa de Minny, toda la culpa la tengo yo. – Lucas se pone al otro lado de la cama.

Hacen falta dos para besarse. No vi cómo Minny ponía excesiva resistencia en separarte de ella. Joder Lucas, era lo único que no podías hacer. Lo único.- trato de recostarme sobre la cama pero el dolor de la espalda es demasiado intenso. – Mierda.

Cuidado. – Minny pone sus manos sobre mi brazo y la misma intensa electricidad que siempre me recorre cuando la tengo cerca, pasa por todo mi cuerpo como un latigazo interno.

Minny.

Al. Lo siento, no debí hacerlo. Soy idiota. No sé qué tenía en la cabeza.

La culpa es mía Al. – Lucas me mira fijamente. – No es culpa de ella, soy el único culpable de lo que ha pasado. No dejes que por mí, se joda lo que estáis empezando a tener.

No hay nada. Puede que Minny prefiera o estar contigo o con su ex. Por algo habrá vuelto. – no me puedo creer que haya jugado una carta tan sucia.

No Al. Mi ex marido seguro que ha venido para tratar de joderme la vida, pero yo hace mucho tiempo que me olvidé de él, como si se cae en un foso en el fin del mundo. Ojalá nunca hubiera vuelto a mi vida. – noto como tiembla cada vez que menciona a su ex.

Minny, no tenemos nada, puedes hacer lo que quieras con tu vida. Si elijes a Lucas, tendré que aceptarlo. Así es la vida, ¿no? – no sé qué demonios trato de hacer, si alejarla por completo de mí o que me responda lo que ni siquiera yo puedo responder.

No Al, mira, puedo sentir una atracción fuerte por Lucas, ya lo sabes. Cuando hicimos nuestro jueguecito, no te puedo negar que me excité, muchísimo. Pero es por ti por quien estoy empezando a sentir Al. – la miro fijamente y veo como las lágrimas comienzan a rodar por su preciosa cara. – Se me pone una sonrisa de idiota cada vez que pienso en ti, corro a la puerta cada vez que llaman deseando que seas tú, cuando me pita el móvil siento la necesidad de que sea tu nombre el que veo en la pantalla. Joder Al, siento algo por ti que no puedo controlar y no te permito que me digas que si prefiero a Lucas, que me vaya con él. No es así.

Suelta todo el aire que lleva dentro, como si hubiera hecho el alegato contra una muerte en la silla eléctrica. Noto como Lucas la mira sorprendido y niega con la cabeza. No dice nada y se aleja de nosotros dos en dirección a la puerta. Justo antes de salir nos mira a los dos y esboza una triste sonrisa.

Tío, la culpa ha sido mía. Ella no ha tenido la culpa de nada. No debí hacerlo y entenderé que no me vuelvas a hablar, pero no se merece que pagues tu enfado con ella. Al, haz caso a eso que correo disparado por tu corazón. Sé que no has sentido eso por nadie en mucho tiempo. No dejes que yo lo joda.

No dice nada más y sale por la puerta. Minny se queda a mi lado sin hablar hasta que una enfermera le dice que se acabaron las horas de visita. Al verla salir con un gesto de decepción en su cara, pienso que no volveré a verla en un tiempo, al no haber respondido a lo que me había dicho.

Pero los siguientes cinco días que estoy en aquel hospital, ella viene por la mañana después de dejar a Francisco en el colegio, se va a la hora que terminan las visitas. No hay día que no agradezca verla y parece que con el paso de esos días, nuestra relación se ha afianzado.

Justo antes de que se vaya a las ocho de la tarde, agarro su mano.

Minny, siento mucho al no haber dicho nada el otro día. Sé que no he estado muy hablador estos días, pero no sabes lo que sentí al ver a Lucas besándote.

Y no sabes cuánto siento haberte hecho daño Al. Es lo último que quiero y deseo. – de nuevo comienza a temblarle la voz. Se humedece los labios, esos labios que llevo deseando besar varios días.

Minny prométeme que seré el único que bese tus labios.

Te lo prometo. – me levanto lentamente de la cama y la agarro de las manos pegándola a mí.

Porque seré el último que los bese.

Paso lentamente mis dedos por sus labios y comienzo un juego con mi lengua en ellos. Quiero besarla con dulzura pero se apodera de mí el deseo que es más fuerte e introduzco la lengua dentro de su boca. Nuestra lenguas comienzan a pelearse por salir victoriosas de la pelea que los dos deseamos ganar fuera de aquella habitación de hospital.

Minny. – me separo de ella notando dolor en la espalda. – Mañana me dan el alta y tendré que estar de reposo en casa varias semanas y yendo a rehabilitación.

Pues tendrás una enfermera privada.

¿Vendrás a casa con uno de esos vestidos blancos tan cortitos que pueda ver esos preciosos tangas? – subo la mano por su pierna, levantando su falta e introduciéndome dentro de sus bragas.

¿El reposo es general? – sonríe de forma pícara.

Le preguntaré al médico si el sexo salvaje contigo me lo receta cada cuatro horas.

Minny es la mejor medicina.


 

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©TODOS LOS DERECHOS RESERVADOS ♥ El Rincón de Xulita Minny | 5 de enero 2015