¡Joder!.
Lanzo todo lo que me encuentro a mi paso en casa contra el suelo o la pared. No
me puedo creer lo que acabo de ver. ¡Joder!. Cuando empecé aquel juego del
trío, la única norma que le puse a Lucas fue que su boca no podía ser besada. La
única puta cosa que le pedí, que les pedí a los dos, y se han besado. ¡Delante
de mis narices!. Si no hubiera salido en aquel momento de casa, ni siquiera les
habría visto. ¿Con cuántas cosas más sería capaz de mentirme? Mierda Al, si es
que eres un idiota. No sé cómo he sido capaz de pillarme tanto por una tía en
tan poco tiempo. Mierda.
Recojo
mis cosas para irme al gimnasio y matar así la mala ostia que me recorre por
dentro. Han estado aporreando los dos la puerta desde que se la he cerrado ante
sus narices. Cuando salgo me los encuentro a los dos mirándome y tratan de
hablar.
Dejadme
en paz. Quedaos bien juntitos, que es lo único que habéis hecho. No me puedo
creer esto de ti Minny. Pensé… - tomo un poco de aire para no decir lo que
realmente se me está pasando por la cabeza. – Iros a la mierda. Juntitos. Que
eso se os da muy bien.
Salgo
del edificio derrapando con la moto. La velocidad es lo único que me calma en
este momento. Tomo las curvas tumbando lo máximo posible, apretó el acelerador
hasta el límite. Cuando me doy cuenta he salido de la Málaga y por la carretera
hacia Rincón de la Victoria. Adelanto a los coches a más de 180 km por hora. No
puedo quitarme la imagen de Minny en brazos de Lucas, esos labios sobre los
suyos. No entiendo por qué. No puedo entenderlo. Mis pensamientos están
demasiado lejos de la carretera, como para ver un camión que se salta la línea
continua y viene de frente. Consigo meterme entre dos coches, apurando el
espacio, teniendo que clavar el freno y haciendo que la moto de desestabilice
de la parte trasera derrapando unos metros. La moto no frena bien, parece como
si los frenos no funcionasen. No puedo controlarla completamente y cuando me
doy cuenta me estoy deslizando por el arcén de la carretera para acabar
chocando contra un pequeño muro. Dios, mi espalda. Compruebo que puedo mover
con normalidad mis manos, mis piernas, el cuello. Un par de coches se paran
para ayudarme y llaman a una ambulancia. Les digo que estoy bien, pero en menos
de quince minutos la ambulancia me está llevando al hospital Virgen de la
Victoria. Me sedan y entro en un profundo sueño.
Cuando
me despierto estoy en una habitación con una de las muñecas vendadas, un gran
dolor en las costillas y algo duro en la espalda. Me toco y noto como si fuera
una faja protegiéndomela. Aun habiendo tenido el accidente no puedo olvidarme
de ese maldito beso.
Entra
una enfermera, mira el gotero, cambia una de las bosas que supongo que es algún
tipo de analgésico y antes de marcharse me avisa de que hay una persona fuera
esperando a que me despertase. Al mirar la puerta veo entrar a Vanesa con los
ojos llorosos.
Dios
mío Al, cuando me han avisado he pensado que me moría. – se lanza a mis brazos
y noto un intenso dolor en la espalda.
¿Qué
haces aquí Vanesa? – la miro sin saber qué demonios hace allí. Ella no es mi
persona de contacto en caso de accidente. Mi persona de contacto es… Lucas.
Me
han llamado. – la miró fijamente tratando de pillarla en la mentira pero no
titubea ni duda. - ¿En qué demonios estabas pensando? ¿Te querías matar? Menos
mal que ese trasto ha quedado hecho añicos. Siempre la he odiado y sabía que un
día tendrías un accidente.
Vanesa,
necesito descansar. No me apetece hablar con nadie y menos contigo. – giro la
cabeza esperando a que se vaya. – No eres la persona que quiero en mi vida. Ya
lo sabes, lo dejamos claro y sobre todo, aléjate de Minny. Ni se te ocurra
volver a ponerla una mano encima.
¿Esa
pequeña mentirosa te ha intentado engañar con eso?
Vanesa,
Lucas estaba delante. – con solo pensar en ellos dos juntos me hierve la
sangre. – Adiós Vanesa. – antes de salir por la puerta se gira.
Sabes
que nunca me iré de tu vida. Volverás a estar conmigo, lo sé y tú también lo
sabes.
Cierra
la puerta con su amenaza aun pululando en la habitación. Tan solo quince
minutos después escucho revuelo fuera de la habitación y al mirar a la puerta
Lucas y Minny entra en ella.
Al. –
Minny se acerca temblorosa y llorando a la cama. - ¿Qué ha pasado?
He
tenido un accidente de moto. – noto como quiere poner su mano temblorosa sobre
la mía pero duda al hacerlo. – Pero no me duele tanto como vuestra traición.
Al,
no ha sido culpa de Minny, toda la culpa la tengo yo. – Lucas se pone al otro
lado de la cama.
Hacen
falta dos para besarse. No vi cómo Minny ponía excesiva resistencia en
separarte de ella. Joder Lucas, era lo único que no podías hacer. Lo único.-
trato de recostarme sobre la cama pero el dolor de la espalda es demasiado
intenso. – Mierda.
Cuidado.
– Minny pone sus manos sobre mi brazo y la misma intensa electricidad que
siempre me recorre cuando la tengo cerca, pasa por todo mi cuerpo como un
latigazo interno.
Minny.
Al.
Lo siento, no debí hacerlo. Soy idiota. No sé qué tenía en la cabeza.
La
culpa es mía Al. – Lucas me mira fijamente. – No es culpa de ella, soy el único
culpable de lo que ha pasado. No dejes que por mí, se joda lo que estáis
empezando a tener.
No
hay nada. Puede que Minny prefiera o estar contigo o con su ex. Por algo habrá vuelto.
– no me puedo creer que haya jugado una carta tan sucia.
No
Al. Mi ex marido seguro que ha venido para tratar de joderme la vida, pero yo
hace mucho tiempo que me olvidé de él, como si se cae en un foso en el fin del
mundo. Ojalá nunca hubiera vuelto a mi vida. – noto como tiembla cada vez que
menciona a su ex.
Minny,
no tenemos nada, puedes hacer lo que quieras con tu vida. Si elijes a Lucas,
tendré que aceptarlo. Así es la vida, ¿no? – no sé qué demonios trato de hacer,
si alejarla por completo de mí o que me responda lo que ni siquiera yo puedo
responder.
No
Al, mira, puedo sentir una atracción fuerte por Lucas, ya lo sabes. Cuando
hicimos nuestro jueguecito, no te puedo negar que me excité, muchísimo. Pero es
por ti por quien estoy empezando a sentir Al. – la miro fijamente y veo como
las lágrimas comienzan a rodar por su preciosa cara. – Se me pone una sonrisa
de idiota cada vez que pienso en ti, corro a la puerta cada vez que llaman
deseando que seas tú, cuando me pita el móvil siento la necesidad de que sea tu
nombre el que veo en la pantalla. Joder Al, siento algo por ti que no puedo
controlar y no te permito que me digas que si prefiero a Lucas, que me vaya con
él. No es así.
Suelta
todo el aire que lleva dentro, como si hubiera hecho el alegato contra una
muerte en la silla eléctrica. Noto como Lucas la mira sorprendido y niega con
la cabeza. No dice nada y se aleja de nosotros dos en dirección a la puerta.
Justo antes de salir nos mira a los dos y esboza una triste sonrisa.
Tío,
la culpa ha sido mía. Ella no ha tenido la culpa de nada. No debí hacerlo y
entenderé que no me vuelvas a hablar, pero no se merece que pagues tu enfado
con ella. Al, haz caso a eso que correo disparado por tu corazón. Sé que no has
sentido eso por nadie en mucho tiempo. No dejes que yo lo joda.
No
dice nada más y sale por la puerta. Minny se queda a mi lado sin hablar hasta
que una enfermera le dice que se acabaron las horas de visita. Al verla salir
con un gesto de decepción en su cara, pienso que no volveré a verla en un
tiempo, al no haber respondido a lo que me había dicho.
Pero
los siguientes cinco días que estoy en aquel hospital, ella viene por la mañana
después de dejar a Francisco en el colegio, se va a la hora que terminan las
visitas. No hay día que no agradezca verla y parece que con el paso de esos
días, nuestra relación se ha afianzado.
Justo
antes de que se vaya a las ocho de la tarde, agarro su mano.
Minny,
siento mucho al no haber dicho nada el otro día. Sé que no he estado muy
hablador estos días, pero no sabes lo que sentí al ver a Lucas besándote.
Y no
sabes cuánto siento haberte hecho daño Al. Es lo último que quiero y deseo. –
de nuevo comienza a temblarle la voz. Se humedece los labios, esos labios que
llevo deseando besar varios días.
Minny
prométeme que seré el único que bese tus labios.
Te lo
prometo. – me levanto lentamente de la cama y la agarro de las manos pegándola
a mí.
Porque
seré el último que los bese.
Paso
lentamente mis dedos por sus labios y comienzo un juego con mi lengua en ellos.
Quiero besarla con dulzura pero se apodera de mí el deseo que es más fuerte e
introduzco la lengua dentro de su boca. Nuestra lenguas comienzan a pelearse
por salir victoriosas de la pelea que los dos deseamos ganar fuera de aquella
habitación de hospital.
Minny.
– me separo de ella notando dolor en la espalda. – Mañana me dan el alta y
tendré que estar de reposo en casa varias semanas y yendo a rehabilitación.
Pues
tendrás una enfermera privada.
¿Vendrás
a casa con uno de esos vestidos blancos tan cortitos que pueda ver esos
preciosos tangas? – subo la mano por su pierna, levantando su falta e
introduciéndome dentro de sus bragas.
¿El
reposo es general? – sonríe de forma pícara.
Le
preguntaré al médico si el sexo salvaje contigo me lo receta cada cuatro horas.
Minny
es la mejor medicina.
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