CAPÍTULO 30
Entro en la casa poseído por los demonios bajo la atenta
mirada de Minny y Al, quienes creía eran mis amigos. Y, cuando me dispongo a
hablar, escucho a mi hija llorar. Está en el carrito y, en ese momento, sale
Fernando de su habitación. ¡Vaya! Qué grande está el hijo de Minny ¿Cuántos
años tendrá ya? –me pregunto para mis adentros.
Minny se da la vuelta y levanta las manos en señal de Stop.
-¡Un momento! – dice, casi gritando.
Mete la mano en su bolso y saca su teléfono. ¿Que irá a
hacer con el móvil? Me quedo un poco descolocado; no entiendo nada. Ella mira
el móvil cómo indecisa por lo que va a hacer. Espero que no se ponga a hablar
con sus amigas del grupo de WhatsApp: está realmente enganchada…
Escucho cómo Minny habla con una tal Inés. Le pide que
venga a recoger a sus hijos; que tiene un asunto que tratar, y que prefiere que
no estén presentes por lo que pueda pasar. Luego asiente y cuelga.
Minny nos explica que ha llamado a su mejor amiga para que
recoja a los niños y los lleve al parque para que así hablemos más tranquilos.
Asiento con la cabeza y veo como Al, con cara de disgusto,
se dirige a la cocina. Le sigo mientras Minny habla con su hijo y le explica la
situación. Espero que no le explique todo porque, sino, el niño no va a querer
dejar sola a su madre.
-¡Que pasa, tío! ¿No puedes esperar un minuto para atacar?...
Sabes que esa niña es mi hija. Deberías haber esperado para que pudiéramos
hablar esto entre los tres - le grito a Al que, me mira con cara de angustia.
-Igual que has hecho tú, ¿verdad? - me dice Al en respuesta
a mi ataque.
-¿Perdona?... Yo he ido a buscarte a tu casa y, casualmente,
no estabas. Te he llamado al móvil y no me lo has cogido. Por eso he venido
hasta aquí. Para hablar con Minny de lo sucedido y pedirle que nos sentáramos
los tres en un lugar neutral. Quiero contarle todo. Necesito que sepa toda la
verdad: quién soy, porque me presenté como Lucas, porque hemos hecho lo que
hemos hecho... Y, sobre todo, para decirle que la amo, Al. Que quiero formar
parte de su vida y de la de nuestra hija.
Veo como Al me mira con cara de desconcierto. Sé que no
sabe qué hacer. Intuyo en sus ojos un brillo especial lleno de amor,
desesperación y angustia.
-Se lo he contado todo, Leo. Todo lo que hemos hecho. Todo
lo que le hicimos a Vanessa, que está en un centro internada y que estamos muy
arrepentidos de lo que le hicimos. Que se nos fue de las manos. No sé, tío, de
verdad, Minny me importa mucho. Creo que… estoy enamorado de ella.
-¿Y qué crees que siento yo? Joder, Al, esa niña que está
ahí fuera es hija mía. Siento que si no estoy con ella… -me llevo las manos a
la cara, desesperado - ¡Dios!
El timbre de la puerta me sobresalta. ¿Quién coño será?…me
doy la vuelta y me dirijo al salón, dejando a Al en la cocina.
Cuando llego dónde están Minny y mi hija, la veo. Era esa diosa,
la que vi en el hospital. Recuerdo esos ojos...
¡¿Qué coño me pasa?!
¡Céntrate, por Dios! Estás aquí por Minny. Por Alexia.
Ellas son lo importante.
Pero no puedo quitar la vista de esos ojos azul aguamarina,
ni de su pelo color azabache que hace que sus ojos resalten en esa cara tan
dulce; por no hablar de su cuerpo, su pecho, su cintura de avispa.
Me encantaría empotrarla contra la pared y hacerle lo
impensable. Estoy pensando mil maneras de follarla. Me encantaría meterme entre
sus piernas y darle tanto placer que grite mi nombre.
Otra vez me está pasando ¡No! ¡Centrate! Minny. Alexia.
Qué expresión de serenidad, se le ve muy buena persona. Cuando
la escucho hablar algo ocurre en mi interior. Dirige su mirada hacia mí y logra
hacer que me sienta incomodo. Un cosquilleo me recorre hacia mi entrepierna.
¿Pero que me está pasando? Yo amo a Minny, mi hija, …
Noto como Minny me mira incrédula. ¿Qué estará pensando de
mí? Creo que se ha dado cuenta de algo.
Minny le da la bolsa con las cosas por si mi hija tiene
hambre o hace sus necesidades pero no consigo escuchar nada más. Sólo puedo
mirar a su amiga, ¿cómo dijo que se llamaba…?
En ese momento Al sale a saludarla. Le da dos sonoros besos
y noto como algo en mi interior se remueve. Salto encima de Al y le empujo
quitándole de su lado. Cuando me acerco para besarla mi entrepierna responde al
momento, siento de nuevo ese cosquilleo. Al tocarla noto como una descarga. Nunca
había sentido una conexión tan fuerte con alguien.
Inés se aparta como acalorada, coge rápidamente las cosas
de la niña y se va, llamando a Francisco para que las acompañe.
Me quedo traspuesto un segundo, me doy la vuelta y digo:
- ¡Tenemos que hablar!
********************************************************************************
Me quedo mirando como Inés se marcha con mis hijos y,
cuando por fin, se mete en el ascensor, me dirijo a Lucas y le digo:
-¿Que ha pasado ahí, Lucas, o como te llames?
-No sé de qué me hablas Minny - me contesta Lucas con cara
de pocos amigos. Parece que está molesto.
-Empecemos por el principio ¿Cuál es tu verdadero nombre?
Por qué tendrás un nombre, ¿no?
-Minny, yo...
-Se llama Leo, y es mejor que no sepas nada más por ahora -
me dice Al poniendo su mano en mi hombro.
Me entra un cosquilleo en el cuerpo que me provoca un
escalofrío, el cual no le pasa desapercibido a Al, que me sonríe al
instante. Me toca la mejilla y, en ese preciso instante, me derrumbo. Tengo
ganas de llorar. Mi hijo sin su padre. Querría que mi hija al menos estuviera
con el suyo, pero es que... Lo que siento por Al es único, es mágico. Cuando
él me toca noto como mi cuerpo se estremece. Deseo que esté dentro de mí. No
puedo evitar pensar en anoche, en cómo me hacía el amor. Fue perfecto.
De reojo veo como Lucas… digo Leo, nos mira. Pero esta vez
no lo hace con resentimiento. Creo incluso ver que está adivinando lo que estoy
pensando.
-¡Chicos! - Dice Leo. -No sé cómo, pero acabo de tener una
visión, un Déjà vu o lo que sea. Vosotros tenéis que estar juntos. Es un
hecho. No voy a entrometerme. Eso sí, mi hija...
Me acerco a Leo y le abrazo.
-Podrás ver a tu hija siempre que quieras. Eso no lo dudes
nunca.
El responde acariciándome la espalda con dulzura.
Sus caricias me hacen sentir algo especial, pero no es ni
por asomo lo que siento con Al. Aun así estoy un poco decepcionada por lo
fácilmente que ha decidido retirarse. No hay quien me entienda.
Tampoco sé si estoy haciendo lo correcto pensando en
quedarme con Al. Me gustaría que al menos mi hija creciera con su padre en
casa, como una familia. Justo lo que nunca tuvo Francisco.
Me aparto de Leo. Los miro a los dos a punto de llorar
cuando suena mi teléfono. Lo cojo es Inés.
-¿Dime, Inés? –Escucho lo que me dice perpleja, sin creer
lo que me está contando. -¿Quéeeeeee? ¿Cuándo? -Cayendo de bruces al suelo. Al
y Leo me miran sin entender nada.
En ese instante rompo a llorar.
- ¡No puede estar
pasando esto! -grito desconsolada.
Al se me acerca, cogiéndome en brazos y llevándome al sofá.
-Minny -dice Al susurrándome al oído -Tranquilízate y
cuéntanos qué ha pasado.
Cojo el vaso de agua que me ofrece Leo y, temblando, les
digo:
- ¡Han secuestrado a mis hijos!
- Pero... ¿Qué?, ¿Quién? -Dice Leo, con la cara
descompuesta.
-¿Quién te ha llamado?, ¿Inés…? -pregunta Al con mucha calma
Asiento con la cabeza, mientras bebo el agua sin dejar de
llorar. Incrédula por la pasividad con la que Al se dirige a mí.
-Vale, tranquila. Cuéntame que te ha dicho. -dice Al con
tanta calma que me está poniendo más nerviosa aún.
-¡Parece que te de igual!, ¡Por Dios, han secuestrado a mis
hijos! ¿No te importa? -le grito a Al descargando mi ira sobre él.
-¡Minny! -me dice Al bastante alterado- ¡Alguien
tiene que mantener la calma! ¿Has mirado a Leo? ¡Creo que está en shock!
-Dice señalando y mirando a Leo, el cual se ha quedado inmóvil. Mirándonos.
No tiene expresión en los ojos. Parece que ha visto un fantasma.
Se vuelve hacia mí y me pregunta de nuevo.
-¿Ha podido ver Inés quien ha podido ser?
Asiento con la cabeza y, temblando, digo:
- ¡Sebas y una chica morena rellena en silicona que iba con
él!
-No pensarás que es, Vanessa, ¿verdad?
Rompo a llorar de nuevo. Al me abraza y me dice Al
oído.
-Tranquila todo saldrá bien. Te lo prometo.
No hay comentarios:
Publicar un comentario