Sus
carnosos labios se pegan a los míos como los polos opuestos de un imán, se
niegan a separarse de ellos y yo me niego a que se alejen de mí. Su habilidosa
lengua se pasea por mis labios provocándolos y sin pensarlo más, ahora soy yo
quien mete mi juguetona lengua en su boca, donde ambas se enlazan y abrazan con
una pasión que calienta todo mi cuerpo. Llevo varias noches soñando con probar
su sabor y ahora que lo tengo aquí, enterito para mí, no voy a dejarlo escapar.
Me deleito con su sabor a… «¿Coca-Cola?». Me sorprendo al reconocer ese aroma
al que soy adicta y que me vuelve loca, en la boca del hombre que amenaza con
ser mi mayor adicción.
—Sabes
a ¿Coca-Cola? —consigo preguntar cuando separa sus labios de los míos y
comienza a descender su cálida lengua por mi cuello, haciendo que relámpagos de
placer se instalen en la parte baja de mi estómago. «Joder, me está poniendo
como una moto»
—Ajam,
soy adicto a ella —me susurra a escasos centímetros del oído y acaba la frase
con un pequeño mordisco que me eriza la piel.
—Yo… yo también —digo totalmente enloquecida y
vuelvo a fundirme en sus labios. «¿Qué me pasa con este chico? Me hace perder
todo mi autocontrol»
Siento
como la manga derecha de mi bata empieza a deslizarse por mi brazo y soy
consciente de que debajo, ¡no llevo nada! Rápidamente siento las yemas de los
dedos de Al trazando círculos en mi hombro desnudo e inevitablemente, un jadeo
escapa de mi boca y choca directamente contra sus labios. Mi bombero favorito
sonríe al escuchar el sonido que he emitido, me agarra de la cintura y me pega
totalmente a él.
«Uff,
uff» Resoplo al notar su notable entrepierna contra mi estómago. Calor, mucho
calor. Ahora es cuando él tendría que sacar su manguera y apagar todo mi fuego,
aunque soy consciente de que si eso llega a suceder, lo único que
conseguiríamos es incendiar todo el vecindario al completo. «¡Oh dios mío, cómo
me está poniendo!» Ya me imagino a este portento de hombre haciéndome el amor
desenfrenadamente y llevándome de la mano a los orgasmos más maravillosos de mi
vida.
—¿Aún
sigue en pie la propuesta de verte con el tanga rojo de encaje que se te cayó
en el rellano la otra noche? —me pregunta sacándome de mis ensoñaciones—.
Porque desde ese día, te he imaginado estrenando esa prenda para mí, solo para
mí, y puedo asegurarte que me he vuelto loco de placer.
Siento
como mis piernas flojean al escuchar lo que me está diciendo y él debe darse
cuenta, porque me agarra más fuerte y me pega totalmente a él.
—¡Mamá,
ya he llegado! —Se escucha la voz de mi hijo Francisco desde el salón y siento
como un jarro de agua fría cae sobre mi cabeza. «¡Qué inoportuno es este niño!»
Pienso malhumorada.
—¡Joder,
joder! Mi hijo…—maldigo entre dientes mientras me recoloco la bata y me separo
varios centímetros de Al.
—¿Tienes
un hijo? —me pregunta cerrando la camisa y yo asiento apoyada sobre la mesa de
la cocina—. Pareces muy joven para ser madre.
—Todo
el mundo lo dice —intento controlar mi respiración que aún está agitada por lo
que ha estado a punto de suceder entre nosotros—. Fui madre muy joven.
—Mamá,
¿qué hay de comer? —Mi hijo se detiene en la puerta y examina al bombero de
arriba abajo para después dedicarme una mirada inquisitiva.
—Hola
cariño —intento parecer calmada, aunque por dentro estoy muy alterada. «Casi me
pilla mi hijo en mitad de la faena» —, éste es Alberto, el vecino nuevo que ha
alquilado el piso de doña Amparo.
Mi
hijo hace un movimiento de cabeza en señal de saludo.
—¿Qué
ha pasado aquí? —me pregunta arrugando la nariz—. ¡Huele a quemado!
—Sí
hijo, se me ha quemado la cebolla cuando…—me interrumpe.
—¡Seguro
que estabas hablando por WhatsApp con tus amigas del grupo de lectura! —me
regaña mostrando su fuerte carácter, ese que ha heredado de mí.
—Esta
vez no hablaba con mis chicas, estaba bañándome cuando ha sucedido todo.
—A mí
no me engañas mamá, me voy a mi habitación. ¡Avísame cuando esté la
comida!
Francisco
desaparece de la cocina y por fin puedo respirar tranquila.
—¡Qué
poquito ha faltado! —exclama Al mirándome con una sonrisa divertida en los
labios—. ¿Te imaginas que hubiera llegado unos minutos después y…?
—¡No
lo digas! No quiero ni imaginármelo. —Ambos empezamos a reír a carcajadas.
Alberto
se ofrece a ayudarme a limpiar la cocina pero yo me niego, ya ha hecho bastante
por mí salvándome la vida. Sin embargo, no puedo negarme a que nos invite a
comer a Francisco y a mí. No tengo nada preparado y en el estado que está la
cocina, tampoco creo que pueda cocinar nada.
Mientras
yo preparo la mesa para tres, Al cruza a su casa a por una olla de espaguetis a
la carbonara y cuando por fin nos sentamos a la mesa, degustamos ese magnífico
plato que él mismo ha preparado.
—¿Eres
el novio de mi madre? —pregunta de repente Francisco haciendo que me atragante
con el sorbo de Coca-Cola que me acabo de llevar a la boca.
—¡Francisco!
—regaño avergonzada, pero mi hijo no me hace caso y vuelve a prestar toda su
atención en Al.
—Si
quieres salir con ella, tendrás que pedirme permiso a mí. ¡Yo soy el hombre de
la casa!
—Lo
tendré en cuenta, jovencito —ríe Al, divertido—. Espero poder hacerlo muy
pronto. —El bombero le regala un guiño a Francisco y vuelve a posar sus ojos en
mí. Yo me ruborizo por primera vez en mucho tiempo… «¿Este bombón de hombre
está insinuando que quiere un nuevo encuentro conmigo?»
Después
de comer, Alberto, tras volver a insistir en ayudarme y yo volver a negarme, se
marcha. Lo acompaño a la puerta, me pide mi número de teléfono, yo se lo doy
encantada y tras agradecerle que me haya salvado la vida, se aleja unos pasos
camino a su piso. Cuando estoy a punto de cerrar la puerta, su voz ronca me
hace detenerme.
—¿Quedamos
esta noche para cenar?
La
Minny que llevo dentro empieza a saltar de alegría, sin embargo recuerdo algo
que acaba con todas mis ilusiones.
—Esta
noche imposible, la chica que se queda con Francisco ha viajado y no puedo
dejarlo solo. ¿Mañana?
—Tengo
guardia en el parque de bomberos. ¿Pasado mañana? —yo asiento y él me regala un
guiño—. Paso a recogerte a las diez.
Cuando
cierro la puerta, me apoyo sobre ella y suspiro con una sonrisa en los labios
como una quinceañera que acaba de tener su primera cita de amor. Rápidamente
soy consciente de algo y, rauda y veloz, corro hacia mi habitación y me tiro
sobre la cama.
¡¡Chicas!!
Es
imposible leer los ochocientos noventa y cinco mensajes que tengo...
Pero
por favor, ¡prestarme atención!
Emi:
¡¡Hombreee!! Si es la chica perdida.
Raquel
Campos: ¡Minny! Estábamos empezando a preocuparnos por ti.
Paula
Varga: No es normal que desaparezcas tanto tiempo.
Dacar
Santana: Seguro que se ha ido a buscar a su bombero… jajajaja
¡Mucho
mejor! Él ha sido quién ha venido a buscarme a mí…
Nora:
¿Qué dices? ¿Hablas en serio?
Mónica:
¡Anda ya! Ésta nos está vacilando…
Se me
ha quemado la cocina y él me ha salvado la vida.
Se ha
presentado en mi casa con manguera incluida y uff…
Emi:
¡No jodas!
Raquel
G. Estruch: Tantos días planeando qué incendiar y resulta que el destino ha
hecho todo el trabajo él solito… jajaja
Paula
Varga: Pero cuenta, cuenta, no nos dejes así.
Ness:
¿Cómo tiene la manguera el bomberito?
Jajaja
no ha pasado nada.
Dacar:
¡No me lo creo!
Mónica:
¡Ni yo!
Pues
creerlo chicas, casi nos pilla Francisco y me he quedado con un calentón…
¡Ya
os podéis imaginar cómo estoy!
Raquel
Campos: Muy mal, lo que tenía que haber apagado ese bombero es tu fuego
interno, no la cocina… jajaja
Pasado
mañana espero que me lo apague bien bien jajaja
Hemos
quedado para cenar…
Marta
de Diego: Oleee nuestra Minny…
Cristy:
Va a cumplir sus fantasías sexuales con un bombero…
¡Y
qué bombero chicas! ¡Qué bomberooo!
Estoy
en modo babeo todavía…
Paula
Varga: ¡que no se te olvide mandarnos foto del famoso Al!
Raquel
G. Estruch: Y si puede ser… con manguera incluida… jajajaja
Que
sí, que no se me olvida…
¿Y
vosotras que habéis estado haciendo?
Lorena:
viendo fotos del hermano de Dacar
Encarni:
¡madre mía! ¡qué hombre!
Gemita:
¡qué monumento!
Alma
Gulop: yo casi me desmayo cuando he visto la foto…
Dacar:
jajajajaja, si lo sé no os envío nada… cómo se entere mi hermano me mata…
Yo
también quiero verla, ¡enviadla de nuevo!
Que
no se me ha descargado.
Gemita:
¡Qué pena! No hubieras desaparecido :P
Lorena:
te la mandaremos cuando nos envíes una de tu bombero…
Vivi:
¡esoo! Intercambio de fotos…
Lorena:
Aunque Juanma es mío… ¡Mi tesoro!
Alma
Gulop: ¡De eso nada bonita!
Carmen:
¡Es de todas!
Bueno
como no me lo queréis enseñar, yo mejor me voy a apagar mi fuego
Una vez
más, voy a ser autosuficiente.
Aunque
con Al, seguro que pronto no me hará falta
Carmen:
jajaja
Dacar:
jajajaja eso eso, a darle a tus juguetitos pensando en Al
Emi:
hasta que él decida poner en práctica sus dotes de manguera…
¡No
lo dudéis chicas! Jajaja
Decido
no leer más mensajes y desconectar el móvil para que mis amigas no interrumpan
lo que estoy deseando hacer. El encuentro con Al me ha dejado demasiado
excitada. Me aseguro que Francisco está estudiando en su dormitorio, echo el
cerrojo de mi habitación y busco en el armario lo que necesito en este momento.
Cojo entre mis manos mi caja de corazones de varios colores y cuando la abro,
todos mis juguetes íntimos que he comprado en el sex-shop de mi amiga Valeria
aparecen ante mí. Finalmente me decido por uno de ellos y…
¡Qué
comience la diversión!
Capítulo de : Alma Gulop
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